En la búsqueda incansable de la equidad y la justicia social, la comprensión y la acción son dos pilares fundamentales.
En Paraguay, como en muchas partes del mundo, las desigualdades de género persisten, moldeando las vidas de hombres y mujeres desde una edad temprana y limitando el potencial de toda la sociedad.
Sin embargo, como sociedad, estamos en un momento crucial donde desmontar los prejuicios y el desconocimiento es vital para avanzar hacia un futuro más igualitario y justo.
El enfoque de género surge como una herramienta esencial en este proceso de transformación.
Nos invita a desafiar las normas establecidas, a cuestionar las expectativas impuestas por la sociedad y a trabajar hacia la igualdad entre personas, independientemente de su género. Esta perspectiva nos enseña que el género es una construcción social, moldeada por el contexto cultural, económico y político en el que vivimos.
Nos muestra que los roles de género no son innatos, sino aprendidos desde la infancia, y que perpetuarlos solo conduce a la discriminación y la desigualdad.
Paraguay, como muchos otros países, ha experimentado desafíos significativos en su viaje hacia la equidad de género. A pesar de avances notables, como el derecho al voto femenino hace apenas unas décadas, persisten brechas salariales, violencia de género y desigualdades en el acceso a oportunidades y recursos.
Estas disparidades son sintomáticas de un sistema arraigado en el machismo y el patriarcado, que privilegia a un solo sector de la población a expensas de otros.
El enfoque de derechos humanos se alinea estrechamente con la búsqueda de equidad de género. Proporciona las herramientas necesarias para identificar y abordar estas desigualdades, reconociendo que todas las personas merecen igualdad de oportunidades y trato justo.
Al poner en práctica este enfoque, podemos visualizar qué sectores de la población están siendo marginados y trabajar hacia soluciones inclusivas que beneficien a toda la sociedad.
Sin embargo, el camino hacia la equidad de género no es fácil ni lineal. Requiere un compromiso colectivo para desmantelar las estructuras de poder arraigadas en la sociedad y construir un futuro donde las relaciones sean horizontales y justas para todas las personas. Esto implica abandonar los prejuicios arraigados y el desconocimiento que nos impide ver la realidad en su totalidad.
Como ciudadanos y ciudadanas de Paraguay, tenemos el poder y la responsabilidad de contribuir a este cambio. Podemos exigir políticas públicas con enfoque de derechos humanos y de género, participar en movilizaciones por la justicia y la igualdad, y educar a otros sobre la importancia de desmontar las barreras de género.
Solo mediante la acción colectiva y la voluntad de desafiar el status quo podemos construir una sociedad más justa y equitativa para todas y todos.
En última instancia, desmontar las barreras de género es un acto de justicia, un paso hacia un futuro donde la igualdad de oportunidades y el respeto mutuo sean la norma, no la excepción. Es hora de comprometernos con esta causa y trabajar juntos para construir un Paraguay donde todas las personas, independientemente de su género, puedan alcanzar su máximo potencial y vivir vidas dignas y plenas.